15 de junio. El Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez
“Fuisteis salvajes. No dejéis que ahora os domen” Isadora Duncán
Con motivo del día mundial de toma de conciencia del abuso y maltrato a la vejez, celebrado el pasado 15 de junio, desde la comisión de Trabajo Social Gerontológico y la Comisión de Trabajo Social y Feminismo del COTS Madrid, queremos visibilizar las situaciones de discriminación , abuso y maltrato que enfrentan las personas mayores simplemente por el hecho de alcanzar una edad determinada y poner el foco desde una mirada interseccional aquellas situaciones de violencia machista que enfrentan las mujeres mayores por el hecho de además de alcanzar edad determinada, ser mujer.
Una de las discriminaciones que existe es el edadismo, término que en los años 60 acuñó Robert Butler, haciendo referencia a la discriminación sistemática hacia las personas mayores por ser viejas. La Organización Mundial de la Salud define el edadismo como los estereotipos (lo que pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas debido a su edad. Según el diagnóstico de la violencia de género que sufren las mujeres mayores de 60 años en la ciudad de Madrid, llevado a cabo por la Dirección General de Prevención y Atención frente a la Violencia de Género en 2020 en el Ayuntamiento de Madrid, el edadismo y la escasa adopción de un enfoque de género en el estudio del envejecimiento y la vejez, son dos factores que contribuyen a invisibilizar el maltrato infligido a las personas mayores, lo que afecta especialmente a las mujeres, ya que son las que más lo sufren.
En relación al concepto de edadismo, se tiende a normalizar la soledad no deseada en personas mayores, por el hecho de ser mayor y no considerar que la edad, es un factor de riesgo determinante para padecer soledad y, tal y como refleja el Observatorio contra la soledad no deseada (2023), las personas mayores tienen una incidencia de soledad no deseada con mayor intensidad. El hecho de no atender la problemática de soledad no deseada en personas mayores supone una discriminación por edad y más, si no se tienen en cuenta la perspectiva de género, que ante este hecho, nos encontramos problemática de triple discriminación por el componente, edad, soledad no deseada y mujer.
La Carta europea para la igualdad de mujeres y hombres en la vida local (2008), relaciona la desigualdad como “el resultado de estructuras sociales que se fundan en numerosos estereotipos presentes en la familia”.
En este contexto, un problema estructural y en muchos casos, invisibilizado por ser el resultado de un sentimiento subjetivo, es la soledad no deseada, entendiendo este fenómeno como una experiencia individual, subjetiva que se asocia con la ausencia o déficit de relaciones interpersonales. En el estudio sobre las mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género (2019), identifican que el 67.6% de las mujeres encuestadas viven solas y que, en esta población analizada, la soledad supone una consecuencia del aislamiento social que han sufrido o están sufriendo por ser víctima de violencia de género. De igual manera, dicho estudio refleja cómo la soledad supone una vulnerabilidad adicional dado que las mujeres no identifican redes de apoyo para poder solicitar ayuda.
La violencia simbólica que sufren las mujeres, puede adquirir nuevas formas en la vejez debido al edadismo, aunque es importante resaltar que, cuando hablamos de violencia en mujeres mayores, hablamos también del impacto que genera en la vejez el haber sufrido discriminación y violencia de género a lo largo de toda su vida, ya que sabemos que vivir situaciones de violencia o de discriminación tiene consecuencias directas e inmediatas en la salud física y mental, pero también produce secuelas y consecuencias a largo plazo. Por ello, las mujeres mayores que han vivido o viven situaciones de violencia han tenido relaciones muy marcadas por los roles de género y se enfrentan a mayores problemas crónicos de salud, teniendo mayor riesgo de sufrir depresión, ansiedad o estrés, entre otros. (HelpAge 2022).
La violencia de género en la mujeres mayores presenta características específicas tratándose generalmente de relaciones muy marcadas por los roles de género, la temporalidad del abuso es mucho mayor esta persistencia en el tiempo de la violencia de género genera su cronificación y como consecuencia hace a las mujeres más vulnerables siendo el estado de indefensión mayor, por lo que resultan más resistentes al cambio normalizando la violencia mostrando en muchos de los casos resignación atribuyendo a la edad la desmotivación al cambio y por tanto aceptación, presentan a su vez como factores de riesgo escasa red social y de apoyo como consecuencia soledad y aislamiento, muchas de las mujeres que son o han sido víctimas se convierten atendiendo a los mandatos de género en cuidadoras de sus parejas agresoras pero también muchas de ellas pasan a depender del “cuidado” de sus parejas lo que invisibiliza mucho más la situación de violencia.
Según la guía de intervención en el ámbito domiciliario: Personas mayores vulnerables que sufren maltrato, del Ayuntamiento de Madrid 2022 en relación con las personas que afecta “La literatura sobre el tema sitúa la prevalencia entre un 1% y un 10%, algo que nos indica con claridad que se desconoce la magnitud real”.
Dentro de dicha problemática preocupa especialmente la violencia de género en las mujeres mayores. Según el diagnóstico de la violencia de género que sufren las mujeres mayores de 60 años en la ciudad de Madrid, una primera aproximación a los estudios de violencia de pareja/expareja en personas mayores pone de relieve que la mayoría se centran en casos de una larga relación de maltrato, en la que las mujeres han vivido gran parte de su vida matrimonial sufriendo los abusos de su esposo y los siguen sufriendo todavía en la vejez. Muestra una realidad invisible, perpetuada en el tiempo, con múltiples formas de violencias a lo largo de la relación de pareja … con graves y devastadoras consecuencias en su salud física, psicológica y emocional de las mujeres que llevan años y años sufriendo en silencio.
Como trabajadoras sociales de servicios especializados en personas mayores y en violencia de género, sabemos que muchas de las violencias que sufren las personas mayores son compartidas, sin embargo, también sabemos que las mujeres sufren la violencia con una mayor intensidad que los hombres debido a la sociedad patriarcal que justifica y normaliza las desigualdades y la violencia hacia las mujeres.
Por todo ello desde la Comisión de Trabajo Social Gerontológico y la Comisión de Trabajo Social y Feminismo del COTS Madrid, consideramos imprescindible en la práctica del trabajo social la visibilización y reivindicación de:
- Las características, causas, efectos y consecuencias de la violencia de género ejercida sobre las mujeres mayores
- Aumentar la asistencia, ayuda y protección que se ofrece a las mujeres mayores víctimas de la violencia de género, facilitando el acceso a los recursos y garantizando un tratamiento personalizado con especial atención a las mujeres mayores que residen en el ámbito rural
- Mejorar la respuesta institucional para abordar las necesidades de las mujeres mayores víctimas de violencia de género con enfoque interseccional a través de la coordinación y trabajo en red, introduciendo medidas dirigidas a mejorar la atención institucional en todos los niveles, maximizando el uso de los recursos disponibles, promoviendo acciones de apoyo comunitario,
- Impulso de la formación de los distintos agentes para garantizar la mejor respuesta y acompañamiento desde la capacitación y la especialización de los profesionales que intervienen en la prevención, identificación, detección protección y apoyo psicosocial con las mujeres mayores víctimas de violencia machista.
- Sensibilizar sobre cómo las dimensiones del edadismo suponen un sesgo para la atención, diagnóstico e intervención que se acrecienta en el caso de las mujeres si añadimos la dimensión del género.
Como Colegio y profesionales del Trabajo Social abogamos por la intervención heterogénea en la población mayor, huyendo del edadismo, respetando su historia de vida y acompañando a cada mujer en la consecución de su proyecto de vida, independientemente de su edad. Seguiremos trabajando y colaborando con el resto de las instituciones e impulsando la adopción de medidas integrales para la atención, prevención, investigación y sensibilización de la atención a las mujeres mayores víctimas de violencia de género y la integración de la mirada feminista en nuestra práctica profesional como garante de la justicia social y defensa de los derechos humanos.