25N: El Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid pone el foco en las mujeres mayores

Un año más, desde el Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra el 25 de noviembre. En esta ocasión, la Comisión de Trabajo Social y Feminismo y la Comisión Gerontológica han redactado un manifiesto a través del cual pretendemos visibilizar y denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo; pero también, reclamamos políticas en todos los países para su erradicación. En esta ocasión, y siguiendo con el enfoque interseccional de campañas anteriores, queremos visibilizar la situación de las mujeres mayores.

MANIFIESTO

La desigualdad en un desafío que enfrentan las mujeres en todas las etapas de sus vidas: infancia, adolescencia, vida laboral, maternidad y envejecimiento. Concretamente, en esta última etapa, estas diferencias que las mujeres experimentan pasan a menudo desapercibidos pese a su mayúsculo impacto. Y es que, las mujeres mayores pueden sufrir desigualdades relacionadas con la seguridad financiera, la atención médica, el acceso a recursos sociales y el estigma relacionado con el envejecimiento. Es una realidad de nuestra cultura de privilegios que no es lo mismo envejecer siendo mujer que siendo hombre.

La implicación histórica en las tareas de reproducción es una de las mayores causas de vulnerabilidad. Las mujeres han vivido tradicionalmente comprometidas con el cuidado de todas las generaciones, lidiando con las diferentes formas de violencia, haciendo una gran aportación a la economía familiar sin ser reconocida.

Así, la mayoría de las mujeres mayores carecen de legado material (entendido este legado como un capital de su propiedad), ya que históricamente no han dispuesto de bienes económicos propios. Este vacío se combina con un legado identitario impuesto por el género: el papel predefinido de proveedoras de cuidados en el entorno familiar. Y es que, en su gran mayoría, las mujeres mayores son las que asumen la responsabilidad del cuidado de todo el núcleo familiar. A estos factores debemos sumar la discriminación por edad, conocida como edadismo. Este fenómeno impide la participación de personas mayores en espacios sociales, que es donde se reparten privilegios y recursos. Además, al combinar el edadismo con la variable de género, se desencadenan y refuerzan estereotipos, incrementando la marginación experimentada por las mujeres mayores.

Ocurre, además, que las mujeres mayores de nuestro tiempo fueron socializadas en un entorno patriarcal y conocen, por tanto, la violencia, la violencia machista. Y la han enfrentado en silencio, aceptando el rol tradicional con el miedo a ser juzgadas, al rechazo familiar y social y, por ende, miedo a vivir en soledad.

Estas vivencias influyen, irremediablemente, en el modo en el que afrontan su vejez, un periodo en el que no debemos olvidar que se avanza hacia la fragilidad, se entra en una etapa en la que se acumulan debilidades y, de manera especial, pueden coincidir diversos ejes de vulnerabilidad, la interseccionalidad de ser mayor, ser mujer y ser pobre. El conjunto de estas experiencias condicionará la percepción sobre la violencia. Así, ocurre, por ejemplo, que, a algunas mujeres les cuesta distinguir entre el amor y el abuso, entre la amabilidad y la coacción, entre la formalidad y el desinterés, entre el buen trato y el maltrato, al tener interiorizado un control patriarcal que les ha enseñado a “ser buenas, obedientes y sumisas”. Y, lo que es más importante, estas vivencias condicionarán también la capacidad de pedir ayuda. No será fácil para ellas. Más aún cuando se han socializado en los cuidados hacia los demás y cuando tienen Interiorizadas las ideas tradicionales, a través de los mandatos de género y unidos a estos, la violencia, socialmente aceptada.

Así, de la misma manera que Olympe de Gouges proclamó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, desde el Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid (COTS Madrid) elevamos la voz por los derechos de las mujeres mayores para garantizar que sean respetadas por todas las personas, instituciones y administraciones. Unos derechos que protejan la libertad, la propiedad y la seguridad de las mujeres mayores para evitar todo tipo de abuso, opresión y omisión.

Por todas y cada una de ellas, por la necesidad que desde la profesión hay de hacer visible lo invisible, el COTS Madrid, comprometido con la lucha para la erradicación de todo tipo de violencia machista, seguirá creando y construyendo un trabajo social feminista.