Ayer fue un día triste para el Trabajo Social. Amanecimos con la noticia de que Darío Pérez Madera, nuestro compañero de profesión, había fallecido. Las redes se inundaron de palabras y sentires que nos llevaban directamente a él: compañero, maestro, amigo, trabajador incansable, ejemplo de esfuerzo y entrega diaria, dedicación, humanidad, generosidad, dándose siempre a quien más lo necesitaba, figura clave en la política social del ayuntamiento de Madrid, de gran calidad humana y profesional, implicado, comprometido, etc.
Darío era funcionario de carrera del Ayuntamiento de Madrid, asumió desde 1990 la jefatura de sección pasando un año después a la dirección del Centro de Acogida de San Isidro, etapa desde la que luchó contra el sinhogarismo, convirtiéndolo años más tarde en un “centro de acogida integrado en la red de personas sin hogar”.
Su dedicación y compromiso le llevó a ser uno de los “socios fundadores” del SAMUR Social, un servicio de atención a situaciones de emergencia social, y a personas sin hogar y de elevada vulnerabilidad. Ha trabajado en el día a día con un equipo comprometido y cómplice, implicado en la gestión, en el trabajo coordinado, que apuesta cada día para que el SAMUR Social sea parte de la respuesta a las emergencias de la ciudad de Madrid.
Recibió en 2004 la Medalla de Honor de Madrid por el rescate y atención a las víctimas del atentado terrorista del 11 de marzo, junto al resto de sus compañeros. En esas circunstancias tan difíciles derivadas de ese suceso, estuvo junto a su equipo, acompañando a familiares de las víctimas, haciendo un trabajo social cercano. También lo estuvo, años después, y de nuevo en los pabellones de IFEMA, ofreciendo apoyo a familiares de las víctimas del accidente del avión de Spanair. Otros momentos de especial dificultad, colectiva e individual, durante la pandemia.
Pero en lo que todas y todos coincidimos es recordando a Darío con su uniforme del Samur, o su chaleco naranja, el de las situaciones de emergencia, en calle a cualquier hora, de día y de noche, en su despacho, en las unidades móviles, compartiendo conocimiento, el suyo, el elaborado y construido a partir de su larga e intensa experiencia, participando en congresos, como docente en la universidad, etc. “La virtud de nuestros equipos es la posibilidad del acercamiento a estas personas, a las más vulnerables” posibilidad que hizo real desde las miradas, los abrazos, desde el compromiso.
La huella que deja en la profesión y en el COTS-Madrid es inmensa, día a día comprometido con el Trabajo Social, muy especialmente con el trabajo social en emergencias, y así lo ha demostrado en su vinculación ejemplar con el Cuerpo de TS voluntarias/os en Grandes Emergencias del COTS-Madrid, su generosidad en ofrecer todo su saber profesional en la Comisión de Trabajo Social en Emergencias de la que formaba parte, en la elaboración de artículos técnicos… No podemos nombrar todas sus aportaciones porque nos quedaríamos cortas/os. Eso sí, somos muy conscientes de su relevante contribución al trabajo social, por ello solo caben palabras de agradecimiento porque como trabajador social Darío ha “construido profesión”.
Nos toca continuar con su legado, seguir su estela como apuntaban ayer compañeros y compañeras en las redes sociales. Para muchas/os profesionales que nos hemos formado con él, nos quedan grabadas su palabras “ni vais a ser famosos, ni vais a ser ricos. Si os gusta esta profesión, vais a ser felices”.
Nuestro reconocimiento a su trabajo y a su persona. ¡Descansa en Paz compañero!
La Junta de Gobierno del Colegio
Oficial de Trabajo Social de Madrid