Gabriela Jorquera, en el Día Mundial de la Justicia Social: «El Trabajo Social tiene un papel fundamental en poder identificar las nuevas ventanas de vulnerabilidad de las familias»

Gabriela Jorquera es una profesional digna de ser admirada. Algunos dirían envidia, si no fuera porque parece imposible que nazca ese sentimiento.

Su vocación, su trayectoria y su implicación en algunos de los aspectos más duros de nuestra sociedad la colocan como el referente que es. Una profesional a la que recurrir con algunas de las consultas más difíciles que nos ocupan actualmente: la pobreza, la exclusión social y la falta de oportunidades.

Solo hay que escuchar alguna de sus muchas charlas (hace muchas) o seguir sus redes sociales (aquí su perfil en bluesky) para comprender la profundidad de su conocimiento y la fuerza de su mensaje, sobre el que proyecta gran convicción, pero también muchos (y muy rigurosos) datos.

Gabriela comparte la realidad de muchas personas y la acerca a otra parte de la población más afortunada, aquella que es probable que no haya sufrido este tipo de situaciones y procesos, pero que sí tiene el poder para cambiarlos.

Gabriela Jorquera es trabajadora social y especialista en pobreza y exclusión social. Ha trabajado en la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN España), en el equipo de ‘Save the Children’ y también ha desempeñado el papel de vocal asesora en el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil del Gobierno de España.

Además, ha participado como consultora y ha sido autora de diversos artículos, informes e investigaciones en el ámbito de políticas sociales, pobreza, exclusión y derechos económicos, sociales y culturales.

Aprovechando la celebración del Día Mundial de la Justicia Social, nos acercamos hasta la sede de la Fundación Secretariado Gitano en Madrid para entrevistarnos con ella, allí es donde desarrolla su última andadura profesional, y en donde nos ha citado para dedicarnos unos interesantes y constructivos minutos.

Pregunta (P): ¿Cómo crees que la pobreza infantil afecta las oportunidades de desarrollo de los niños y las niñas, especialmente en las comunidades más vulnerables?

Respuesta (R): Afecta de manera dramática y en parte es porque en la infancia todo afecta mucho más. La infancia es un periodo clave en el desarrollo de los seres humanos y lo que nos pasa en los primeros años de vida va a condicionar lo que va a ser nuestra vida en todas las dimensiones posibles. En términos de inclusión, en términos de educación, en términos de salud, en términos de bienestar emocional… es decir, la infancia es un periodo clave y cualquier experiencia traumática y negativa va a tener consecuencias.

La pobreza es una experiencia enormemente nociva para el desarrollo y el bienestar de los niños. Esto tiene, por supuesto, algunos condicionantes, va a ser mayor el impacto de la pobreza, cuanto más severa sea. No es igual estar en pobreza moderada que estar en pobreza grave. No es igual estar en pobreza de manera puntual que estar en pobreza de una forma crónica. Ahí ya tenemos dos factores. Todo esto puede contribuir a agravar el impacto. Lo que decimos es que cuanto antes aparezca en la vida, mayores serán las consecuencias. No es lo mismo que se experimente pobreza de forma grave desde los primeros días de vida, a lo largo de toda la infancia, que experimentar pobreza de forma moderada en la adolescencia, de una manera puntual debido, por ejemplo, a la separación de los padres.

Por lo tanto, estos factores influyen en cuán grave sea el impacto que tenga la pobreza para los niños y niñas.

En el caso de la infancia gitana, esto va a ser especialmente llamativo. No tenemos datos de cronicidad, pero sí tenemos datos de gravedad. Nueve de cada diez niños gitanos están en pobreza moderada y uno de cada dos vive en pobreza grave.

P: La mitad de la infancia gitana está en pobreza grave.

R: Sí y van a tener que asumir las consecuencias que eso deje en sus vidas desde el momento en el que nacieron.

P: No hablamos solo de unas consecuencias emocionales. Hablamos de consecuencias también como el acceso a la educación, por ejemplo.

R: La pobreza afecta al derecho a la educación. Lo que observamos es que los niños y niñas que están en pobreza acceden de forma más tardía a la Educación Infantil porque esta no está garantizada, con lo que dependerá en los primeros años de la situación de los padres.

Las plazas de Educación Infantil se dan prioritariamente a aquellas familias que tienen necesidades más urgentes de conciliar. Es decir, en la que ambos padres trabajan. Ese tipo de familias tienen menos probabilidad de estar en pobreza.

No es que no lo puedan estar. Hay un montón de familias con ambos padres trabajando que están en pobreza, es una de las características que ha adquirido la pobreza en las últimas décadas. Esta situación cada vez coexiste más con el empleo en un hogar, pero, además, para aquellos hogares donde hay paro, donde hay inactividad económica, pues es aún más difícil acceder a la Educación Infantil.

Esto hace que tengamos un número de niñas y niños con menos probabilidad de acceder a una política y a un espacio educativo, lo que tiene unas consecuencias enormes en el desarrollo.

La evidencia nos muestra que el acceso a Escuelas Infantiles de calidad repercute en un mejor desempeño académico a lo largo de toda la trayectoria educativa. Esto se asocia a menores tasas de repetición, a una mayor probabilidad de acabar los estudios secundarios, a una mayor probabilidad de iniciar y acabar estudios post obligatorios y existen evidencias que demuestran que ir a escuelas infantiles de calidad se relaciona con mayores salarios. Es decir, el primer paso importa y el primer paso en lo educativo son las escuelas infantiles.

P: Y ¿cuál es el escenario para la para la infancia gitana?

R: Los niños en pobreza acceden poco, pero los niños en la infancia gitana acceden incluso menos.

Hay casi 30 puntos de diferencia entre el acceso a Educación Infantil en la infancia gitana y la infancia en general. Esto quiere decir que son niños que, cuando llegan al colegio en primero de Primaria o en el segundo ciclo de Educación Infantil, van a estar en grupos que ya se han socializado en el entorno educativo y que saben cómo comportarse. Saben hacer la fila, saben cuándo ponerse el babi…  todas estas cosas que tienen que ver con socializarse en un espacio que ellos no han tenido.

Por ejemplo, para aquellos que llegan a primero de Primaria, aterrizan en grupos donde todos ya saben leer y escribir y ellos no. Con lo cual desde el primer día de su trayectoria educativa son los últimos de la clase y esto se arrastra de una manera importante. Los niños y las niñas gitanas tienen, ya en tercero de Primaria, un desfase entre su edad y el curso en el que están, y es que un 20% de los/as niños/as gitanos/as ya ha repetido en ese curso. Esto es más de un tercio cuando llegan a quinto de Primaria.

Y este desfase es acumulativo. Las tasas de abandono y fracaso escolar en los chicos y chicas gitanas son altísimas. Las de fracaso escolar en la población general son del 4% y en la población gitana es del 63%. Es decir, prácticamente uno/a de cada tres fracasa en la escuela y no continúa estudiando y, por consiguiente, van a salir al mercado laboral con un nivel máximo de estudios alcanzados de Primaria, y esto por supuesto que va a condicionar sus oportunidades laborales. Va a condicionar todas las dimensiones de su vida

P: Y qué soluciones podemos plantear como sociedad o qué podemos pedir al Estado, ¿hay alguna medida, hay algo concreto que se pueda pedir o que se pueda hacer ahora?

R: Ya hemos hablado de la importancia de la educación infantil y de toda la evidencia que sustenta que esta es una política que tiene unos resultados impresionantes.

Una segunda política, que es menos conocida y que está más denostada, es la de comedores escolares. A bote pronto nos puede parecer que es una medida asistencialista, pero, de nuevo, lo que la evidencia nos muestra (evidencia contrastada en distintos países, en distintos continentes, de distintos entornos) es que los comedores escolares de calidad no solo generan una mejor situación nutricional sino que también mejoran el desempeño académico.

Esto, en parte, no solo tiene que ver con asegurar al menos una comida al día que mejorará la ingesta de los macronutrientes y micronutrientes necesarios para el desempeño cognitivo, sino que también genera una motivación externa para la asistencia al centro educativo.

Genera espacios de socialización con los compañeros fuera del aula. Genera espacios en donde los niños pueden hacer deberes y donde, dentro del centro educativo, pueden tener eventualmente también ayuda. Es decir, un comedor escolar tiene efecto en muchas más dimensiones que simplemente la nutricional.

Lo que la evidencia nos muestra en países europeos de entornos parecidos al de España, es que una tasa de retorno económico igual que la de escuelas infantiles. Es decir, por cada euro que se invierte en comedores escolares retornan 7 euros en términos de mejora en el desempeño educativo, de finalización de escuelas secundarias y de aumento en el salario a la vida adulta. Es decir, una política altamente costoefectiva.

Agrego otra pensando también en la infancia gitana, y también para para otros niños y niñas que estén en situación de especial vulnerabilidad. El tener escuelas públicas bien dotadas sirve para el conjunto de la infancia, pero si hay niños que tienen especiales dificultades van a requerir también instrumentos especiales que les ayuden a desempeñarse en ese entorno en condiciones de igualdad.

Aquí hay toda una dimensión de la educación que pasa fuera de las escuelas, que es lo ocurre en sus casas, es decir, ¿cómo hacen los deberes, cómo estudian? ¿Tienen espacios adecuados? ¿Quiénes los apoyan, se sientan con ellos y les resuelven dudas?, ¿Tienen quienes les ayuden, animen y contengan en los periodos de exámenes en donde se nos viene el ánimo al suelo?…

¿Cuál es la principal dificultad que se enfrenta en la familia gitana? Que la mitad de los niños y niñas gitanas viven en hogares con padres cuyo nivel máximo de estudios alcanzados es Primaria. Esto quiere decir que viven con padres que van a tener pocos recursos para poder ayudarles. La familia gitana, y lo muestran nuestros estudios, tiene una alta valoración de los estudios, lo que pasa es que tienen pocas herramientas para poder ayudar a sus hijos. Y esta falta de referentes también tiene un efecto en términos de las expectativas, porque cuando vienen los problemas, y cuando vienen las dificultades también tienen menos herramientas para poder persistir, simplemente porque no se tiene esa información en el entorno.

P: ¿Qué es lo que podemos hacer para estas familias?

R: Necesitamos poner recursos que les ayuden. Uno de los grandes problemas, por ejemplo, con las actividades extraescolares y los niños gitanos es que sienten que no son para ellos, que son actividades para los no gitanos. Entonces ni se apuntan y aunque sean gratuitos, no lo no los aprovechan.

Pasa también que muchas veces desde los lugares donde se oferta, especialmente en el entorno educativo, se tiene la impresión también basada en el prejuicio de que estas familias no lo van a aprovechar, con lo cual no se les ofrece.

Necesitamos tener mejores herramientas para acercarnos a estas familias. Más recursos. Y tener claro que, aunque las escuelas infantiles hubiera las plazas suficientes, gratuitas, garantizadas y de calidad para todos los niños y niñas, es probable que una parte de estos niños no llegara a acudir, porque es un entorno que los progenitores desconocen. No saben lo que va a pasar, no saben lo que les puede ofrecer. Por lo tanto, hay que establecer mecanismos para poder alcanzarlos y poder integrarlos que sean, además, adecuados y que respondan a sus necesidades, a sus miedos, a sus intereses. Que respondan también culturalmente y que reconozcan cuáles son, como decíamos, sus miedos, sus necesidades y qué cosas necesitarían para poder sentir que pueden dejar a sus hijos y confiar en que van a estar cuidados, que no van a ser discriminados, que no se les va a tratar mal, porque esto es algo también que, en la experiencia de esos padres, les ha pasado. Con lo cual tienen una especial prevención con el hecho de la discriminación y el estigma en los espacios que no les son propios.

P: Evidentemente, si hay una impronta propia, es muy difícil intentar no proteger a tu hijo de lo mismo que has vivido tú y esto entronca con que la pobreza infantil no es solo una cuestión económica, sino que es una cuestión de derechos y del acceso a servicios, ¿qué medidas crees que son urgentes para mejorar el acceso de los niños a situaciones de pobreza, a la educación, a la salud, al bienestar social…?

R: En cada política pública tenemos que pensar cómo hacemos para alcanzar aquellos que se están quedando atrás. Y tenemos que ser flexibles y asumir que, en alguna medida, vamos a tener que invertir mayores recursos y esfuerzos en poder acercar a aquellos niños y niñas que tengan mayores dificultades.

En Fundación Secretariado Gitano pedimos un plan de refuerzo escolar dirigido a alumnado gitano que pueda apoyar y dar los recursos adecuados para que puedan participar en condiciones de igualdad en aquellos espacios donde se garantiza el derecho a la educación, que es en las escuelas.

Lo que pasa es que el derecho a la educación también pasa por aquello que sucede fuera de las escuelas, y el sistema educativo se tiene que hacer cargo de esas brechas.

De la misma manera podemos hablar de salud, tenemos un sistema que garantiza la atención sanitaria, pero la salud no solo se trata de aquello que pasa en los centros de salud también tiene que ver, por ejemplo, con los estilos de vida saludable.

Podemos hablar mucho de hacer ejercicio físico pero para niños y niñas que viven, por ejemplo, en poblados chabolistas, no existe un entorno adecuado para hacer actividad física, no tienen espacios en los que acceder a alimentos adecuados de manera accesible y asequible. No van a tener espacio ni entornos en donde puedan tener actividades de baile, de deporte, etcétera y esto es algo de lo tenemos que hacer cargo y esto es una responsabilidad de la administración pública.

P: En tu opinión, ¿cuáles son las principales barreras para abordar la pobreza infantil de manera efectiva y sostenida en el tiempo?

R: Yo creo que aquí una de las grandes dificultades es que el estado de bienestar en España se ha construido con una separación de roles en el que el Estado se supone que debe proveer empleo y condiciones para el empleo, y las familias se tienen que hacer cargo de los cuidados, y de los cuidados de los dependientes, es decir de los niños, de las niñas y de las personas mayores.

¿Qué es lo que ha pasado? Que con el paso de las décadas las familias han cambiado. Las familias son cada vez más pequeñas, cada vez más los adultos se están encontrando con mercados laborales muy competitivos, que cambian rápidamente, se multiplican las labores de cuidado, tanto de personas mayores como de sus hijos e hijas, y que las familias han empezado a empequeñecerse desde hace generaciones. Por lo que, por ejemplo, las madres de ahora no tienen una red de familia extensa que pueda colaborar en las labores de cuidado y las labores de cuidado aún no se reparten por igual entre hombres y mujeres dentro del hogar.

Si las familias han cambiado el estado de bienestar debería haber cambiado al mismo ritmo y deberíamos haber establecido estrategias de apoyo y acompañamiento a las familias que pudieran compensar este cambio demográfico que no solo ha sido en términos de tamaño, también ha sido en términos de relaciones. Hace 30 años atrás, aquellas familias que se separaban eran excepcionales, ahora la norma es que las familias no pasen por un registro civil y es mucho más común que las familias se separen y se reestructuren. Las familias ya no son estáticas en su ciclo de vida. Todo esto significa que se multiplican las ventanas de vulnerabilidad y multiplica también los momentos en los que las familias necesitan contención y apoyo desde las administraciones públicas.

En la crisis económica anterior decíamos que habíamos sobrevivido gracias al colchón familiar, bueno, pues ese colchón ahora es una esterilla.

El Estado y las Administraciones Públicas, con todos sus recursos, deberían aumentar el esfuerzo que hacen por apoyar a la familia. Y ahí el Trabajo Social tiene un papel fundamental. Es decir, en ese acompañamiento que se hace en la familia, en poder identificar estas nuevas ventanas de vulnerabilidad, en generar mecanismos de apoyo y acompañamiento para estos momentos. Porque además sabemos que prevenir es mucho más barato, en términos de tiempo, de recursos económicos, que cuando los problemas ya se detonan. Nos exige entonces tener una mirada mucho más enfocada en la prevención, una mirada mucho más enfocada en ir identificando riesgos que incluso la propia familia puede no identificar, y en tener una gama de recursos a utilizar en la intervención que son también distintos.

P: Y cuáles son los principales obstáculos que enfrentas al intentar mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas gitanas y qué cambios consideras más urgentes en las políticas públicas para mejorar su bienestar

R: Los principales obstáculos tienen que ver también con la con la historia de convivencia. Ha sido una historia dramática. El pueblo gitano lleva 600 años aquí y en algunas encuestas sobre actitud a la inmigración se sigue preguntando por los gitanos. Parecen ser los eternos refugiados y yo creo que esto dice mucho sobre la forma en que España concibe el cómo tratar con la diferencia cultural.

Esto permea a todos los niveles, porque hay un enorme peso de estigma, de prejuicio y de discriminación. Estamos acostumbrados a pensar en el pueblo gitano como una categoría estática, y no es así. No hay pueblos homogéneos y no hay culturas que sean estáticas con lo cual esto nos exige trabajar desde el Trabajo Social con una mirada y con una perspectiva intercultural. Así como decíamos, deberíamos trabajar con una perspectiva de infancia, es decir, considerando a los niños y niñas como sujetos de derecho y pensando en ello como sujetos y no como objetos de la intervención ni como responsabilidades de la familia, hay que comprender desde qué punto de vista y cuál es la visión del mundo de la de la persona y de la familia con la cual estoy tratando y aprender a adecuar las herramientas. Esto nos va a exigir más esfuerzo, va a exigir más tiempo, mucha más escucha para poder entendernos, pero es perfectamente posible y sobre todo necesario para las personas que pertenecen a culturas diferentes y que tienen una relación muy marcada, como pasa para las personas gitanas, con los servicios sociales.

Así como podemos hablar sobre los estigmas que hay sobre el pueblo gitano, también podemos hablar sobre los prejuicios que personas gitanas tienen sobre los servicios sociales. Esto requiere un especial cuidado cuando se interviene en una situación e, incluso, desde las mismas entidades. Hay que tomar en consideración los miedos, que además han sido construidos durante siglos, de que no se les va a tratar de manera justa, de que no se va a considerar su opinión, de que no se les va a escuchar, de que se les va a criminalizar por estar en situación de pobreza. Y esto es algo que tenemos que integrar y decir.

No basta con afirmar “Esto no es así”, hay que trabajar con ello y ellos y ellas.

P: Tampoco es que sean miedos infundados. Una parte sí porque ahora, en concreto en muchas áreas, no son reales, pero ha sido real muchísimos años y durante muchas generaciones.

R: En alguno de los peores capítulos de la historia del pueblo gitano, podemos hablar de la Gran Redada que fue el intento de genocidio de esta etnia durante 14 años, en el que se detiene y se encarcela a todas las personas gitanas que vivían en el Reino de España.

Os dejo mi charla "Vida media de un prejuicio" en el evento #LasQueCuentanLaCiencia2025 que estuvo dedicado a los bulos www.youtube.com/watch?v=JVL7… @gitanos-org.bsky.social @cordobaciencia.bsky.social

[image or embed]

— Gaby Jorquera (@gabyjorquera.bsky.social) 13 de febrero de 2025, 13:14

Durante estos años, se separa a hombres y mujeres para impedir que se reproduzcan porque el objetivo explícito de esa medida era “que esa raza maldita no se siguiera reproduciendo”. Este tipo de eventos han dejado una huella traumática en el pueblo gitano, con lo cual la confianza no se da de una manera natural y se ha construido una identidad en torno a la resistencia.

De la misma manera en que para la sociedad española en general se ha construido la categoría social del pueblo gitano a partir del estigma.

Cuando me toca trabajar con profesionales siempre procuro hacer pensar sobre las categorías sociales a las que pertenecemos. Cuando dicen “Soy mujer o las mujeres son…” ¿a cuánta distancia me siento yo de eso? Cuando me dicen “Es que claro, las trabajadoras sociales son… hacen… dicen…” ¿Cuánto de ese estigma que hay, en cuánto de eso me reconozco yo? De la misma manera, con las categorías sociales que se nos imponen muchas veces decimos “Es que yo no soy así”, pues de la misma manera las personas gitanas, muchas veces están a mucha distancia del estereotipo social que se tiene sobre ellas.

P: Actualmente en la sociedad que nos está tocando vivir, hay un mensaje de “No eres español por haber nacido en España, salvo que a mí me convenga que seas español” y da pena ver que ese discurso cada vez más está permeando en más áreas de la sociedad.

R: Sí y creo que estamos en un momento en el que se nos está presentando que vivir en la diferencia es imposible. Y yo creo que esto es algo que tenemos que resistir de una manera activa.

Tenemos que entender que la diferencia se puede vivir no desde el conflicto, sino desde el reconocimiento y desde la aceptación. Y esto no quiere decir que nos volvamos lo mismo, porque estas son las políticas asimilacionistas que, además, el pueblo gitano ha sufrido durante siglos, sino que podemos permanecer siendo distintos y distintas, cumpliendo con algunos mínimos que nos permitan convivir desde la interacción y el reconocimiento mutuo y no desde el conflicto ni desde el enfrentamiento.

Y la historia está plagada de experiencias en las que hemos convivido distintos pueblos, distintas culturas y no ha pasado absolutamente nada y ahora de repente se nos quiere presentar esto como algo imposible. Yo me resisto a esto, creo que además desde el Trabajo Social, también desde la mirada intercultural, la mirada desde la convivencia, desde el intercambio… es algo propio de nuestra profesión.

Creo que cuando hablamos de Justicia Social hablamos de redistribución, de redistribución de recursos y de recursos económicos, pero también hablamos de un reparto equitativo del reconocimiento.

Y cuando hablamos de Justicia Social también hablamos del reconocimiento que requieren las minorías culturales y del derecho que tienen a ser oídas, reconocidas y su dignidad y derechos defendidos. El Trabajo Social, en el marco de sus valores y de su deontología, como profesión se desarrolla desde la Justicia Social y tenemos que tener también esa mirada. Por una parte, la mirada de la Equidad y de la Igualdad y de la Igualdad Distributiva y por otro lado, la mirada de la Igualdad y la Justicia Social en términos de reconocimiento.

Los humanos entendemos el mundo haciendo categorías, pero debemos ser conscientes que la realidad es mucho más rica y diversa que los estereotipos que usamos para entenderla. Aquí un grupo de mujeres gitanas poderosas reivindican la distancia que las separa del estereotipo elpais.com/espana/2025-…

[image or embed]

— Gaby Jorquera (@gabyjorquera.bsky.social) 5 de febrero de 2025, 10:53