El Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid conmemora el 28 de mayo, Día Internacional de la Salud de las Mujeres
En la salud de la población no influyen solo los factores biológicos, sino también los sociales, que tienen una repercusión directa, de ahí la importancia de los determinantes sociales en salud.
Las mujeres y los hombres somos diferentes en cuanto a fisiología, metabolismo, sintomatología, etc. Pese a ello, tradicionalmente se han estudiado las enfermedades en base a parámetros masculinos, desde una mirada androcéntrica y biomédica, y no con enfoque holístico y biopsicosocial.
Las estadísticas muestran que las mujeres utilizan la asistencia sanitaria por afecciones físicas y psíquicas leves, con mayor frecuencia que los hombres. Este dato, que teóricamente podría ser positivo, ya que posibilita el diagnóstico precoz y una intervención terapéutica menos lesiva y más efectiva, en la práctica conlleva un grave riesgo de medicalización del problema, y enmascaramiento del conflicto que lo produce, favoreciendo la cronificación en el circuito sanitario y la adicción a fármacos. Además, los sistemas de información sanitaria han sido construidos en este contexto, produciendo datos que frecuentemente no están desagregados por sexo y basándose en indicadores poco sensibles al género.
La literatura científica, pone de manifiesto que las mujeres presentan un mayor riesgo de sufrir pobreza a lo largo de sus vidas debido, entre otras razones, a los menores niveles de educación, salarios más bajos, mayor frecuencia de empleos temporales o a tiempo parcial, y la dependencia económica derivada de los roles de género adquiridos, principalmente los relacionados con los cuidados. Siguen siendo las mujeres las que asumen la mayor parte del trabajo reproductivo, dedicando más tiempo a los cuidados. Rol que esta naturalizado como propio de las mujeres, trasmitido a través de los siglos por el sistema de valores y normas que se han impuesto en las sociedades patriarcales, como la nuestra. Rol que los hombres lo entienden como prestado, y lo asumen en circunstancias concretas. Esto que, para las mujeres, si no se cumple, está penalizado por el entorno social y familiar, a los hombres se les reconoce y además son premiados socialmente por ello.
No debemos olvidar que el trabajo de cuidar tiene un claro impacto en la salud de quien cuida: más procesos de estrés crónico, más problemas de salud física y mental, hábitos de vida menos saludables e incluso mayor morbimortalidad.
Por último y no por ello menos importantes, es importantes destacar que las mujeres son objetivo de diferentes formas de violencias de género, que tiene graves consecuencias para la salud, física y mental.
Por todo ello, desde la Comisión de Trabajo Social y Feminismo del COTSMadrid, queremos revindicar la necesidad de una mirada feminista e interseccional en la atención sanitaria, rechazando el actual sistema desigual que discrimina y perjudica la salud de las mujeres.