El Trabajo Social, la profesión a través de los años: un homenaje a las trabajadoras

Comenzar la vida laboral es un viaje de incertidumbre, pero también de esperanza. La ilusión de los primeros días se mezcla con los desafíos de una profesión que aún está por descubrirse.

Para las trabajadoras sociales homenajeadas en la Gala del Trabajo Social organizada por el Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid, ese viaje ha sido una elección de vida, marcada por el compromiso con la justicia social, la intervención con las personas más vulnerables y, por supuesto, la lucha por una sociedad más equitativa en la que estén asegurados los derechos sociales de la ciudadanía.

Cada una de ellas encontró su camino en el Trabajo Social por motivos y motivaciones muy diferentes, pero todas coinciden en la pasión común de acompañar, orientar y fortalecer a quienes más lo necesitan. «El Trabajo Social me permitía interactuar con las personas y acompañarlas en los procesos para ayudar a mejorar sus condiciones de vida», recuerda Magdalena Pérez Sánchez, quien destaca cómo la profesión le brindó herramientas para la resolución de problemas y la colaboración interdisciplinaria en ámbitos como la salud, la educación y las organizaciones sociales. Su elección, asegura, estuvo motivada por la vocación, el compromiso con las personas y la firme creencia en la justicia social.

María Isabel Sánchez Moñino destaca, a su vez, la riqueza de las historias de vida con las que se ha encontrado a lo largo de su trayectoria. «Las entrevistas frente a ellos, mirando a sus ojos, permitían vivir las situaciones personales por las que estaban atravesando. Aunque la trabajadora social no tenga una varita mágica, sí tiene la posibilidad de informar, asesorar y ayudar en las gestiones para que desde el ‘empowerment’ intenten salir de situaciones comprometidas», afirma. Para ella, aunque la elección del Trabajo Social fue casual, siempre la ha considerado una de las decisiones más acertadas de su vida.

Desde una perspectiva más académica, María del Carmen Álvarez Alonso subraya la necesidad de fortalecer el Trabajo Social a través de la investigación y la ampliación de las horas de práctica en la formación universitaria. «Es imprescindible consolidar su base académica, reforzar la colaboración entre universidades e instituciones y garantizar prácticas de calidad», explica. Además, enfatiza la importancia de que las profesionales en activo contribuyan a la producción teórica de la disciplina, transformando su experiencia en conocimiento que enriquezca la intervención social.

Para las trabajadoras sociales, la profesión está marcada también por momentos de gran dificultad y dolor. Ana María Gutiérrez Merino recuerda dos experiencias especialmente traumáticas: los atentados del 11 de marzo de 2004 y los peores meses de la pandemia de COVID-19. «Fue un horror. Muchos residentes fallecieron, más de la mitad del personal de baja, las familias asustadas sin parar de llamar… Todo un infierno», relata sobre su trabajo en la Residencia de Mayores Doctor González Bueno durante la crisis sanitaria. Su testimonio refleja la fortaleza y el compromiso de las trabajadoras sociales en los momentos más críticos.

María Isabel López Cottereau, por su parte, encontró su vocación desde muy joven, participando en grupos de voluntariado que la llevaron a descubrir el Trabajo Social. «En los 42 años de ejercicio profesional, siempre he considerado que había acertado en la elección», señala con satisfacción.

Un sentimiento compartido por María Josefa Belda Prado, quien comenzó en 1984 con la sensación de que todo estaba por hacer y vio cómo la profesión evolucionaba hacia un trabajo en equipo, con objetivos definidos y una importante labor preventiva. «Viví en mi corazón que el último día de trabajo tenía la misma ilusión que el primer día, y habían pasado 40 años», expresa con emoción.

Las experiencias laborales de estas profesionales también han estado marcadas por figuras y momentos que dejaron huella. En el caso de Guadalupe Vázquez Rodríguez recuerda su trabajo en la Asociación Marillac y en el Centro de Acogida San Isidro, donde acompañó a personas en situación de extrema vulnerabilidad. «Acompañé a personas con múltiples fracturas del alma. Fue entonces cuando decidí estudiar Trabajo Social», explica sobre su elección profesional.

Para Victoria Barroso, el Trabajo Social fue una decisión tomada en la madurez, con plena consciencia de su deseo de dedicarse a una profesión humanista y comprometida con los derechos sociales. Ana María Murillo Muñoz, en cambio, comparte ahora con preocupación cómo la burocracia ha absorbido gran parte de la intervención social. «Somos la voz y cara visible de los más desfavorecidos. Trabajamos con personas, no con papeles«, reivindica.

Por último, Encarnación Sanz García Soldado destaca un avance significativo en la profesión: la convocatoria de puestos de jefatura en Trabajo Social Sanitario en los hospitales públicos, una demanda histórica que se hizo realidad en 2022. «Ahora, dentro de los organigramas hospitalarios, nos situamos al mismo nivel que las direcciones médicas y de enfermería«, celebra.

Estas mujeres han dejado una huella imborrable en el Trabajo Social y en las personas que han trabajado con ellas a lo largo de los años. Su esfuerzo y dedicación han contribuido a construir la profesión tal y como la conocemos hoy. En esta Gala, el Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid les rinde homenaje y les agradece su entrega. Porque su elección fue, sin duda, la elección correcta.

Gracias, por tanto.