El valor de la intervención social en la lucha contra la soledad no deseada
El Trabajo Social desempeña un papel fundamental en la intervención frente a la soledad no deseada entre los mayores, un fenómeno en crecimiento que afecta a miles de personas en la sociedad actual.
Con el fin de abordar este tema, el Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid (COTS Madrid), en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, celebró el pasado 29 de octubre el encuentro “Envejecimiento y Soledad: Claves para la Intervención Social”, en el marco de actividades del proyecto APOYO+65.
La sesión, que completó el aforo, fue inaugurada por nuestra decana Belén Novillo, quien agradeció a los asistentes su interés y compromiso con respecto al tema analizado, especialmente a Esteban Sánchez y Rubén Yusta haber promovido estas jornadas. La soledad no deseada es uno de los elementos centrales para el Trabajo Social, sobre el que se lleva trabajando largo tiempo, generando discurso profesional y evidencia. “Es un sueño inalcanzable que hoy se convierte en realidad, el encuentro entre la academia y la profesión”.
Por su parte, Rubén Yusta, tesorero de la Junta de Gobierno y moderador de la Jornada, resaltó la necesaria conexión entre la Universidad y los Colegios Profesionales: “No tiene sentido la academia sin intervención y la intervención sin academia”.
Esteban Sánchez, investigador principal del proyecto “Soledad y bienestar de las personas mayores en España”, dirigió unas palabras de apertura al inicio del evento. El proyecto APOYO+65, realizado por la Universidad Complutense de Madrid, de cuyo equipo de investigación forma parte, persigue el propósito de profundizar en el significado del apoyo social, soledad y bienestar en el escenario social resultante de la pandemia COVID-19.
“Las personas mayores están cada vez más solas, abandonadas a su suerte”, señaló Juan López Doblas, ponente de la Universidad de Granada. «Se ha reaccionado más tardíamente en el estudio del sentimiento de soledad respecto a otros problemas sociales, y las veces que se ha publicado sobre el tema, se ha hecho sin trascendencia social”, añade, resaltando la importancia del trabajo de investigación y divulgación para conocer la realidad social sobre la que se actúa.
¿De qué hablamos cuando hablamos de Soledad?
“La soledad es un fenómeno complejo, por lo que debemos empezar por clarificarnos”, continúa Juan López.
Sacramento Pinazo Hernandis, de la Universitat de València y presidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología, prosigue subrayando la dimensión emocional de la soledad. “La soledad se vincula al fracaso. Se confunde vivir solo con sentirse solo, pero hay personas que viven acompañadas y se sienten tremendamente solas. La soledad tiene que ver con las relaciones, el apoyo y las expectativas que tengo”.
Aunque la soledad actualmente se vincule con la vejez por la atribución causal con el hecho de vivir solo, la evidencia demuestra que no existe relación directa, por lo que hay que contemplar otros indicadores para su estudio y medición. «Sentirse solo y vivir solo no son sinónimos», puntualizó Sacramento.
Ambos ponentes propusieron otros factores que han de ser tenidos en cuenta en el análisis metodológico empleado en la investigación. Por un lado, el empleo de indicadores adecuados dirigidos tanto a la medición del fenómeno como a la detección factores de riesgo y causales. Se añade como fin fundamental la incidencia de los estudios, que deben perseguir tanto el diagnóstico de la situación como la construcción de herramientas eficaces en la identificación, prevención y abordaje de la soledad.
Puntualizando que la academia no puede olvidar la necesidad de estar presente y acompañar a las personas, Juan López recuerdó que “la soledad tiene mirada, tono de voz, llanto”.
Dentro de los factores a considerar, en primer lugar, se puso de relieve la desvinculación de la edad con el fenómeno. La soledad es un estado transversal a lo largo del ciclo vital que adquiere forma de U al afectar más a jóvenes y mayores.
Sacramento señaló las pérdidas que se producen a lo largo de la historia de vida, pero especialmente en la etapa de la vejez, (de personas, de autonomía, de salud) como factor relevante por su incidencia en el fenómeno. Añadió otros elementos determinantes relacionados con situaciones de vulnerabilidad social, como el estilo de vida poco saludable, el nivel económico y el hábitat, sobre los que la política pública tiene un importante papel. Por último, apuntó el marco cultural en el que nos desenvolvemos y la pérdida de vida comunitaria actual. “La forma de relacionarnos es distinta, y las personas mayores quedan al margen”. Ligado al contexto, el rol asignado al género en el espacio público ejerce una influencia decisiva en la sobrerrepresentación de la soledad femenina.
Por su lado, Juan introdujo que la categorización del problema limita la forma en que nos aproximamos a esa realidad. “La soledad se trata únicamente como un problema personal”, en lugar de ser concebido como problema social. A su vez, debe ser planteado bajo una perspectiva de género y de curso vital, elementos que influyen en la manera en que la persona se enfrenta a la soledad, además de determinar el grado de implicación que la sociedad está dispuesta a asumir para resolverlo. Mientras que en la adolescencia la soledad se asocia a problemáticas sociales (disfuncionalidad familiar, situaciones de maltrato) o de salud, principalmente mental, en las personas mayores se entiende bajo una lógica edadista que naturaliza determinados problemas como propios de esa etapa vital. Por ejemplo, la depresión en personas mayores se concibe intrínseca a los procesos de duelo, y, por tanto, no se precisa intervención. No sucede lo mismo en el caso de la juventud. “Los mayores son otros, algo alejado. No se les pregunta qué quieren y cómo se puede solucionar o paliar la soledad”.
¿Cómo se puede mejorar la intervención sobre la Soledad?
Concluyó la primer aparte de la jornada con una reflexión en torno a la necesidad de reenfocar la visión que se ha venido teniendo acerca del fenómeno, investigar sobre sus múltiples aristas y evaluar las intervenciones, atendiendo a que las soledades son múltiples, plurales, multidimensionales.
Sacramento recalcó la necesidad de un cambio en nuestra mirada eliminando las ideas preconcebidas, así como el fomento de la participación de las personas en la comunidad para fortalecer sus vínculos y mejorar su bienestar social, con especial acento a los grupos de riesgo y mujeres mayores cuya vida ha estado dedicada al cuidado.
Respecto al cambio de perspectiva, Juan apuntó que la evolución en las dinámicas relacionales familiares nos lleva a tener que dejar atrás la clave familista. La cobertura de necesidades funcionales y emocionales debe ser la base de las intervenciones para combatir la soledad.
Experiencias desde la Fila cero
En la segunda parte del encuentro se compartieron experiencias desde la ‘Fila 0’, en la que se destacó la necesidad de generar redes colaborativas entre instituciones.
Eva María Toledano Sacristán, jefa de Servicio de Trabajo Social de Atención Primaria, expuso el procedimiento implantado en el que desde el ámbito sanitario para detectar situaciones de riesgo social contempladas y otras acciones enmarcadas en el Plan de Fragilidad de la Comunidad de Madrid. El desarrollo de intervenciones multinivel (individual, grupal y comunitarias) se valoran positivas, a pesar de lo que, en la práctica, persiste una dificultad grande en la detección y derivación por cauces adecuados hasta que no se llega a una situación de riesgo extremo. Planteó el reto de analizar la prevalencia de situaciones de soledad de manera segregada por zonas y grupos de población, línea en la que vienen trabajando. Resaltó la importancia de rescatar todo el aprendizaje que se desprende de las historias de vida de las personas mayores, poniendo en valor los recursos personales y capacidades con los que cuentan. En tanto que “los jóvenes disponen con menos estrategias de afrontamiento, las personas mayores tienen más riqueza personal para salvar situaciones de la vida y dificultades emocionales”
A continuación, María José Esteban Martínez, jefa del Departamento de Servicios Sociales del Distrito de Ciudad Lineal del Ayuntamiento de Madrid, resaltó la necesidad de conocer los distritos y barrios, la gente que los habita y el entramado asociativo de la zona para identificar necesidades y programar acciones en consonancia. Con programas dirigidos tanto a mayores cómo a Jóvenes en Ciudad Lineal, María José explicó que la zona de residencia determina las necesidades de los grupos poblacionales. En referencia a posibles líneas de mejora, remarcó la incorporación de herramientas de evaluación adecuadas y la sensibilización que debe acompañar a todas las intervenciones y actuaciones. “Esa mirada tiene que ser continua, en entrevista, en visita, de forma constante. No se puede perder por la parte burocrática y de gestión”
En último lugar, Íñigo Estellés Marcos de León, responsable de Comunicación del Equipo de Coordinación de Programas de la Subdirección General de Servicios de Atención Domiciliaria y Coordinación de Programas, explicó el programa de la Red de Atención a Mayores en Soledad, que surgió motivado por la búsqueda de sinergias entre las instituciones que venían interviniendo. La red se articula de forma colaborativa entre las organizaciones que la conforman a través de varias líneas de trabajo: sensibilización, detección e intervención, participación y gobernanza.
La conferencia concluyó resaltando la importancia del enfoque transversal en torno la soledad, tanto a nivel social como profesional, y la colaboración interdisciplinar en el abordaje de la soledad no deseada. Es objetivo compartido que requiere la acción conjunta de entidades sociales y comunidad. Siguiendo las acertadas palabras de Eva María Toledano: “A problemas complejos, soluciones interdisciplinares»
ç