20 DE NOVIEMBRE: DÍA DE LOS DERECHOS DE LA INFANCIA
Iniciaba Eduardo Galeano su libro ”Patas arriba: la escuela del mundo al revés” de la siguiente manera: “Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana”.
Si para algo sirven las fechas señaladas es para asomarnos a la ventana de Alicia. No para dejarnos invadir por el pesimismo paralizante, sino para gritar y trabajar con firmeza cambiando el estado de las cosas. Conmemoramos para revisar el lugar en el que estamos en relación con lo que se recuerda, para pensar y hacer de palanca (entre todas y todos) que subvierta la realidad.
De este modo, el 20 de noviembre se celebra el 35 aniversario de la aprobación por parte de la Asamblea de Naciones Unidas de la Convención de los Derechos del Niño/a, y será una oportunidad para constatar que aún estamos muy lejos de garantizar los derechos que consagra dicho documento. La Convención fue aprobada por 196 Estados, entre ellos, nuestro país. Su ratificación supuso la modificación de gran parte de la legislación para dar cabida a los derechos que se amparan en la misma:
- Aquellos que garantizan la no discriminación de los niños, niñas y adolescentes sin importar su origen, religión, etnia, condición o ideas.
- Los que consagran el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo garantizando su máximo potencial.
- Y los relacionados con el derecho a participar en la “cosa pública,” a tener, expresar su opinión y que ésta sea tenida en cuenta.
En un momento histórico en el que resurge con fuerza reactiva el cuestionamiento de los Derechos Humanos en general, se obvian e invisibilizan a los derechos humanos de las personas niñas …desde el Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid tenemos que estar del lado de la defensa de la justicia social, la democracia para todos y todas sin distinción de edad, la redistribución de los recursos respetando el entorno y la paz.
La Dana que ha asolado Valencia y parte de Castilla la Mancha hace semanas, nos ha puesto delante el impacto que está provocando el cambio climático y nos recuerda (como ha apuntado el Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia) que , desde años atrás , niños, niñas y adolescentes de todo el mundo nos emplazan e interpelan públicamente a los adultos ante el panorama desolador, injusto e insostenible que estábamos dejando.
La desigualdad se ceba con la infancia. Según el informe de UNICEF -España: “Pobreza infantil en medio de la abundancia”, se estima que, en nuestro país, el 28% de los niños y niñas se encuentran en situación de pobreza que tiene como causa la falta de ingresos suficientes de sus progenitores, falta de acceso a recursos básicos como educación y salud, la exclusión, la segregación social y la falta de una vivienda adecuada.
No podemos olvidar cómo las costuras de los sistemas de protección a la infancia y la adolescencia se tensan siendo muy insuficientes los recursos sociales para dar respuesta eficaz a situaciones de riesgo o desamparo que experimentan niños, niñas y adolescentes en nuestros barrios.
Por otro lado, aun no se han desplegado recursos suficientes, ni se ha desarrollado un modelo que garantice una participación activa de los niños, niñas y adolescentes en sus sociedades. No sólo no se han desplegado sino que los derechos políticos de la infancia están siendo cuestionados y recortados por las fuerzas más reaccionarias de nuestra sociedad.
Por último, dos menciones en particular: queremos levantar la voz para la defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes que emigran solos y solas que son estigmatizados y criminalizados y por la infancia de la Franja de Gaza. Nos recordaba el boletín informativo de Naciones Unidas este mes de septiembre que desde el inicio de la invasión israelí, han sido asesinados casi 17.000 niños/as, 20.000 han perdido a ambos progenitores y 17.000 se encuentran solos o separados de sus familias.
Las trabajadoras sociales somos agentes de cambio, mantenemos nuestra capacidad de exigencia, resistencia y creatividad en la intervención en estos tiempos aciagos. Y reclamamos a las administraciones públicas que articulen las políticas necesarias para garantizar los derechos políticos, civiles y sociales que consagra la Convención.
Nuestro Colegio como la casa de todas, es la casa de la defensa de TODOS los derechos de los niños, niñas y adolescentes.